lunes, 10 de mayo de 2010

Reflexiones después de Montmeló





Para destacar en la sociedad y ser una persona reconocible y fashion hay que acudir a ciertos acontecimientos de la ciudad y codearse con los más poderosos o los más populares. En Barcelona, sin lugar a dudas, hay varios lugares que siguen siendo muy elegantes pero también obligatorios en la lista que hay que pisar para mantenerse a flote. El Camp Nou, el Torneig Conde de Godó y últimamente también el Circuit de Catalunya en Montmeló son algunos de estos sitios chic.




Cuando se te ve por ejemplo en el Camp Nou durante los partidos del Barça con el Real Madrid, obligatoriamente con un gran puro cubano en boca si eres un hombre o con un chupa-chups si eres mujer se te mira de otra forma ya que tus apuestas suben. O cuando Rafa Nadal emplea todos sus trucos para ganar set tras set y ti se te ve abanicándote en la zona VIP de la pista central.
El Circuit de Catalunya es últimamente también uno de estos lugares a los que la gente fashion acude sin falta. Da igual que después de la carrera vayan sordos durante los siguientes dos o tres días. Lo importante es dar palmaditas en el hombro a los que parece que pueden mucho, regalar sonrisas de complicidad o bajar al paddock o aún mejor al pit lain justo antes de empezar la carrera y poner cara de "sabelotodo".




Circuit de Catalunya en Montmeló



Esta misma gente corre a las discotecas más famosas de la ciudad siempre cuando aterriza aquí alguno de los que el resto de los mortales vemos sólo en la tele o en ciertas revistas. O se lleva ropa que no le sienta nada bien pero que es de marca. O va de vacaciones a sitios que frecuentan todos sus vecinos y que a ellos mismos no les gustan nada. En el fondo saben que sus vecinos son tacaños y ruidosos pero acuden a esos sitios porque les garantizan el pertenecer a la casta adecuada.

¿Pero qué hay de la gente simple, normal y sin pretenciones? ¿Es mejor entonces ir a ver baloncesto o tenis? Todo es muy relativo, porque depende sólo y exclusivamente de lo que te interesa y apasiona.
Si a uno le gustan los cuadros, que pinte o que vaya a las pinacotecas y no se ponga en la primera fila de Montmeló. Si a cambio a uno le gusta la música puede escoger entre un amplio abanico de propuestas. Si alguien, por ejemplo, prefiere la palabra escrita que lea, aquí siempre saldrá ganando. No quedará menos fashion si hace largos paseos al borde del mar, monta en bici para subir a lo más alto del Tibidabo o cocina de miedo para sus amigos.
Lo más fácil es hacer siempre lo que a uno le gusta pero a la vez es también lo más dificil porque ser uno mismo implica ser alguien. Y esto no debe significar tener un pedigrí adecuado, pertener a los más chic de la sociedad o licenciarse en las universidades más lujosas y a la vez de mucha pasta. Pues adelante, se feliz y haz felices a los que te importan.




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