sábado, 15 de mayo de 2010

Cómo sobrevivir en el Tibet






Según un artículo del semanal "Science" del pasado 14 de mayo de 2010, los científicos de la Universidad de Salt Lake City en el estado de Utah (EEUU), en colaboración con sus colegas chinos de la Universidad de Xining, puedieron especificar los genes gracias a los cuales las siguientes generaciones de tibetanos pueden vivir en elevadas alturas que para la gente normal son mortales. Este gran descubrimiento puede ayudar a buscar soluciones y nuevas terapias para muchas enfermedades, entre otras para el llamado popularmente mal de las alturas. Se sabe que los primeros tibetanos se establecieron en la Meseta Tibetana llamada la "azotea del mundo" por ser la meseta más grande y más alta del planeta y por tener una elevación media de 4500 metros hace ya más de 20.000 años. La principal ola de su colonización tuvo posiblemente su apogeo hace unos 5000 - 7000 años. Se sospecha que ya entonces sus organismos debían de desarrollar ciertos mecanismos de protección y adaptación a la hipoxia de la altitud. Se sabe que la hipoxia es un transtorno en el cual el cuerpo humano, o por completo o sólo en una región de él, se ve privado del suministro adecuado de oxígeno en la sangre. Puede ocurrir cuando se sube a lo más alto de las montañas o cuando por ejemplo se bucea. También es un problema a tratar con los vuelos de avión, donde los pasajeros están expuestos a grandes alturas y cambios de presión, aunque aquí la cosa se soluciona con los sistemas de acoplamiento atmosférico. Las manifestaciones clínicas de la hipoxia son: cefalea, náuseas y vómitos, anorexia y agotamiento físico, transtornos que pueden llevar al edema pulmonar o edema cerebral y en consecuencia a la muerte.




Pareja tibetana





Pues bien, se sabe que cuando a un organismo empieza a faltar oxígeno este empieza a producir más glóbulos rojos de los cuales uno de los principales componentes es la hemoglobina. La hemoglobina que da a los eritrocitos su característico color rojo tiene como principal objetivo transportar oxígeno hacia diferentes tejidos del cuerpo y proporcionar el normal funcionamiento de este. Pero el problema consiste en que después de un tiempo prolongado esta alta concentración de eritrocitos puede ser nociva para la salud. La pregunta es: ¿cómo los tibetanos pudieron durante tantos años y cómo pueden ahora vivir de manera sana y desarrollarse sin grandes problemas?




Según minuciosos estudios realizados por científicos estadounidenses y chinos se ha llegado a la conclusión que la concentración de glóbulos rojos y de hemoglobina en la sangre de un tibetano es menor en comparación con el cuadro de una persona sana y habitante de regiones situadas en alturas más bajas que las del Tibet. ¿Cómo pues combaten los tibetanos esta menor cantidad de glóbulos rojos y en consecuencia menor cantidad de oxígeno en la sangre? ¿Y de qué manera pueden vivir?



Buscando las respuestas a estas y a otras preguntas el hematólogo profesor Joseph Prchal se dio cuenta de que había que analizar los genes. Contando con la colaboración del profesor Lynn Lorde, su colega universitario, el profesor Prchal pudo comparar el material genético de 75 tibetanos con el de los habitantes de las regiones más bajas de China gracias a la colaboración de los científicos de la Universidad de Xining. Se dio cuenta entonces que dos de los diez genes seleccionados finalmente, el EGLN1 y el PPARA son los responsables directos de la presencia de bajas cantidades de oxígeno en sangre tibetana pero que no les imposibilita llevar una vida sana y satisfactoria. Este descubrimiento puede ser crucial en la búsqueda de curas para enfermedades derivadas de elevados niveles de glóbulos rojos.



Hay más regiones del mundo en las cuales la gente vive sin aparentes dificultades. Es el caso de los Andes peruanos o las montañas de Etiopía. Sin embargo, lo curioso es que esta gente no ha desarrollado las mismas características genéticas para vivir en las alturas como hicieron los tibetanos. Parece que tener estos genes que permiten vivir bien a altas alturas es sólo una aptitud tibetana según el profesor Jorde.


Hay que tener en cuenta que los habitantes del Tibet se caracterizan por otras cualidades también. Se sabe que el organismo de un tibetano produce mayor cantidad de óxido de nitrógeno. Este reduce la presión arterial dilatando los vasos sanguíneos. Gracias a ello el flujo sanguíneo es mayor y a los tejidos les llega más oxígeno.

Cuando los tibetanos duermen sus pulmones trabajan con mayor eficacia que los de los demás. En situaciones de bajas niveles de oxígeno sus vasos sanguíneos no cambian disminuyendo su tamaño como ocurre con otras personas sino que se mantienen a niveles establecidos. Además cabe constatar que las mujeres tibetanas dan a luz a niños con el peso adecuado gracias a que su matriz llega más oxígeno.

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