domingo, 2 de mayo de 2010

Mensaje en una botella

Cuando se es niño se juega a muchas cosas, al tirachinas, a los columpios, a los exploradores, a los aventureros, a buscar tesoros escondidos... Se caban agujeros en el jardín donde se esconden los tesoros más valiosos de nuestra niñez para rescatarlos años más tarde. Se construyen casas en los árboles, se escriben mensajes para tirarlos al mar en una botella que esperamos que llegue a nuestro destino imaginario. Lo que no se puede saber es si esa botella volverá a nuestras manos algún día. En nuestra ambición infantil por lograr cosas imposibles todo es posible. Incluso que haya monstruos debajo del armario, que existan los dinosaurios o que los sapos se vuelvan principes encantadores al besarlos. Y algo de magia hay en estos deseos, ambiciones y esperanzas.




Botella con mensaje en el mar



Olivier Wandewalle era un niño belga que durante el verano de 1977 en las costas británicas decidió escribir un mensaje en una hoja de papel y luego meterlo en una botella para tirarlo al mar. En esa hoja de papel escribió su historia: "Soy un chico de 14 años y vivo en Bélgica. No sé si eres un niño, una mujer o un hombre. Navego en un barco de 18 metros que se llama Damaris. Acabamos de partir del puerto esta misma mañana. Al mismo tiempo que escribo esta carta, acabamos de pasar por Portland Bill, en la costa sur de Inglaterra". ¿Quién le iba a decir a Olivier que 33 años más tarde su mensaje llegaría a las manos de una persona? Pero así fue. Su botella fue encontrada en Swanage, en el sur de Inglaterra, por Lorrain Yates. La británica Yates decidió buscar al autor del mensaje por internet mediante la red social de Facebook. Introdujo los únicos datos que tenía de Olivier: el nombre, el apellido, el nombre del barco y su lugar de origen. Para gran asombro, lo entrontó y decidió escribirle un mensaje. Al recibirlo, Olivier no sabía de qué se trataba hasta que recordó el nombre del barco en el que navegaba, Damaris.




El belga ha reconocido que quedó soprendido y asombrado cuando Lorrain le escribió. Olivier dijo que era un juego de niños aventureros, uno al que todos juegan. Sin embargo, no a todos los niños aventureros les contestan 33 años más tarde por internet diciendo que su mensaje embotellado ha sido encontrado.

Todo el mundo ha sido niño un día y seguro que ha tenido sueños e ilusiones. Esos sueños no deben perderse con el paso del tiempo porque son justamente los que muchas veces nos llevan a hacer cosas increíbles. Son ilusiones maravillosas que forman parte de nuestra historia, de nuestra infancia y una niñez sin ellas es una niñez incompleta. Así que no os olvideis de esos momentos, sueños e ilusiones que aportan una sonrisa cada vez que se recuerdan.

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