viernes, 4 de junio de 2010

El Tupolev: difíciles condiciones de aterrizaje en Smolensk







El pasado lunes 31 de mayo de 2010 los expertos rusos que investigan las posibles causas del trágico accidente del avión presidencial polaco, entregaron a sus homólogos polacos un documento de 41 páginas con la minuciosa transcripción de las cajas negras del avión siniestrado. Las cintas no confirman que el mandatario polaco presionara a los pilotos para que aterrizasen en el aerodrómo de Smoleñsk pese a las malas condiciones meteorológicas tal y como se estuvo especulando. Como ya se supo antes, está confirmado que la tripulación del Tupolev recibió una docena de advertencias de los sistemas del aparato para que recuperase la altitud y no tomara tierra. Pero, según los máximos expertos de aviación tanto rusos como polacos hubo grandes irregularidades difíciles de entender hoy en día.


El Tupolev presidencial de Lech Kaczyñski






A las 8:24:51 horas, la tripulación del avión presidencial recibió por parte de la torre de control del aeródromo la información que la presión atmosférica en la pista de aterrizaje era de 745 mm Hg. Este dato fue repetido tanto por el comandante del avión como por el segundo piloto y el mecánico de la tripulación a las 8:27 horas. Sin embargo, no hay constancia de que fuera introducido en el altímetro barométrico porque después de recibir la información sobre la presión atmosférica de ese momento en concreto hay que conformarlo apretando un botón llamado "absolut". El funcionamiento del altímetro barométrico se basa en la relación entre la presión y la altitud, según las cuales, la presión atmosférica desciende con la altitud, aproximadamente 1 hPa por cada 27 pies (8,2 metros de altitud). Su funcionamiento está condicionado a los cambios meteorológicos por lo que un altímetro de buena calidad debería permitir compensar las variaciones de presión provocadas por el clima. Se sabe que si el cambio de altitud es muy brusca los altímetros tienen un funcionamiento irregular porque tardan en responder y captar las presiones atomesféricas. Si no se introduce nuevos datos el altímetro barométrico del avión toma como referencia el nivel del mar. Como aquí parece ser que esta maniobra no tuvo lugar el aparato a calcular automáticamente la altitud del vuelo comparando la presión atmosférica de altitud con la presión estándar, o sea la de 760 mm Hg. Este hecho pudo significar que el aparato diera una información errónea de que el avión se encontrase a una altura de 150 metros más alta de la verdadera.


Cabe suponer por lo tanto, según Magomet Talbojev, uno de los pilotos con más experiencia de la aviación rusa, que los pilotos en su labor de aterrizaje no supieran a qué altura sobrevolaban en realidad y se basaron en el radiómetro. Este tipo de altímetro muestra la distancia existente entre el avión y la superficie que se encuentra directamente debajo de él. Por culpa de la intensa niebla los pilotos no vieron que sobrevolaban un gran barranco que formaba parte del paisaje que es la entrada natural al aeródromo de Smoleñsk. Les parecía que descendían a 5 metros por segundo pero en realidad iban el doble de rápido.


No se sabe si la presencia del general Andrzej Blasik, jefe de las Fuerzas Aereas Polacas, y de Mariusz Kazana, jefe de protocolo del Ministerio de Exteriores, jugaron un papel determinante a la hora de tomar la decisión por los pilotos de aterrizar. Es casi seguro que la presencia de ambos fuera motivo de estrés entre la tripulación. Son los pilotos los que deberían de tener la última palabra y no se puede consentir bajo ningunas circunstancias la presencia de terceras personas en la cabina de pilotos.




La tercera parte de las grabaciones es ininteligible. Sin embargo se recogen con claridad los últimos instantes cuando el ala del avión se golpeó con la copa de los árboles y se oye unas maldiciones desesperadas. Las cintas recogen también las grabaciones de los gritos de la tripulación segundos antes de que el avión se estrellara. Según los expertos rusos tampoco se salvan de ser criticados los trabajadores de la torre de control del aeródromo de Smoleñsk. No tuvieron el valor de dar órdenes al Tupolev presidencial por temor a posibles cargos por abuso de poder.


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